jueves, 22 de mayo de 2008

CONSECUENCIAS DE UN DESASTRE NATURAL


A pesar de la innumerable tecnología que el ser humano ha sido capaz de desarrollar a lo largo de su historia, sigue siendo completamente vulnerable a los desastres naturales, ya que, debido a su magnitud, cada vez que ocurren, se pierden gran cantidad de recursos tanto humanos como económicos y materiales que en ocasiones pueden ser totalmente irrecuperables para los países afectados.
A. Pérdidas humanas
En cuanto a las pérdidas humanas, los recuentos de los daños arrojan cifras muy grandes de muertos, heridos y desaparecidos, no tan solo durante el desastre natural, sino también después de que éste ocurre debido a que los brotes de enfermedades incrementan y la comida y el agua, principalmente ésta última, escasean. Entre más tiempo se tarde una comunidad o un país en recuperarse, más expuesto se ve a que esto ocurra, debido a que muchas familias se quedan sin empleo y por lo tanto sin comida, además de que otras en ocasiones pierden todas sus posesiones materiales y los lugares en los que antes vivían, después de que ocurrió el desastre, ya no existen o están completamente destruidos y por último la inseguridad va en aumento y las provisiones donadas en decremento.
Por ejemplo, sobre lo ocurrido recientemente en el Sureste del país, una de las cifras que se reporto días después de que el huracán Stan azotara a la zona fue de un millón 954 mil personas afectadas, entre los que se encontraban 15 muertos, miles de damnificados, y mil 233 refugios temporales.
Por otro lado, un caso muy particular fue el 19 de Septiembre de 1985 en el que un sismo sacude a la ciudad de México y afectó principalmente el centro histórico de la Ciudad de México donde cobró la mayor cantidad de víctimas. Sin embargo, el sismo dejó muerte en zonas lejanas a la capital, tales como Ciudad Guzmán en Jalisco y el puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán.
Al principio no se tenían datos oficiales porque los centros de información habían sido afectados también, y tardaron varias horas en retomar las transmisiones. Aún sin saber la cifra exacta de muertos, se estima en listas oficiales que 10,000 personas murieron, y otras 5,000 se reportaron como desaparecidas. Padres de niños y jóvenes murieron en el sismo, personas que fueron rescatadas de entre los escombros, los bebés que nacieron ese día y pasaron hasta más de una semana sepultados entre toneladas de hierro retorcido.
Cabe mencionar que no sólo el continente Americano ha sufrido, el tsunami de Indonesia (26 de Diciembre del 2004), Sri Lanka, y Tailandia dejó un saldo de 27,000 muertos en Indonesia, 18,000 en Sri Lanka, 4,300 en la India, 1,400 en Tailandia, 100 en Somalia, 52 en las Islas Maldivas, 44 en Malasia, 30 en Myanmar, 10 en Tanzania, 3 en Las Seychelles, 2 en Bangla Desh y 1 en Kenya. Esto equivale aproximadamente a 40,941 más personas de las que fallecieron en el terremoto de México en 1985 y el país más afectado fue Indonesia con un saldo de 27,000 pérdidas humanas.
Otro de los grandes desastres fue la triple catástrofe del 21 y 22 de mayo de 1960 se conformó por 2 terremotos y un maremoto que asolaron trece de las entonces 25 provincias de Chile. En pocos minutos se perdieron centenares de vidas y fue arrasada la infraestructura chilena, parte del territorio se hundió en el mar, islas y otras fueron borradas por el tsunami. Y aunque el terremoto fue percibido en todo el cono de América del Sur, el saldo de muertos no fue tan drástico como el de la ciudad de México en 1985.
Si tomamos la frase “Las áreas más vulnerables son los centros urbanos, cuyo crecimiento acelerado obliga a cambios rápidos en las estructuras sociales y económicas” (Geissert, 39), podemos inferir que un desastre natural pone al descubierto la vulnerabilidad de las naciones y de las personas debido a que nosotros como sociedad crecemos de una manera descontrolada, sin prevenir lo que pueda pasar, ya que si nosotros fuéramos lo suficientemente resistentes a las consecuencias, en vez de llamarlos desastres naturales, tan sólo serían fenómenos naturales.
B. Pérdidas de recursos naturales y económicos.
Sabemos que los desastres naturales además de causar grandes pérdidas humanas, también provocan pérdidas materiales y económicas. Tan sólo en el año 2003 las pérdidas alcanzaron los 55 mil millones de dólares a nivel mundial.
El problema no es la pérdida de dinero en sí, sino la desproporción en la que los países se ven afectados respecto a su producto interno bruto, ya que los países en desarrollo sufren más las bajas que los países ricos. Esto hace vulnerables a las entidades en vías de desarrollo, exponiéndolos a la creciente pobreza.
Como ejemplo tenemos los recientes huracanes, Katrina, ocurrido en los Estados Unidos, y Stan y Wilma, ocurridos en México y en partes de Centroamérica. Katrina a pesar de ser el huracán más caro de la historia del país americano, ya que podrían superar los 125.000 millones de dólares. En el caso de Stan y Wilma, “tan sólo en Chiapas, la entidad más afectada por el huracán Stan, se perdió el equivalente al 15 por ciento del PIB estatal y se requerirán 2 mil millones de pesos para recuperar el cause de los ríos” ( http://www.jornada.unam.mx/ultimas/index.php?id=politica1131482199.xml) , y a pesar de no será tan grave como en los Estados Unidos, la recuperación será de manera diferente, más lenta para los países en vías de desarrollo.
Lo que nos hace ver esto es que las condiciones de vida antes de que ocurra un desastre natural, son en gran medida factores relevantes para determinar cuál es la pérdida en los bienes que la sociedad tiene, por ejemplo, si tomamos el caso de una ciudad que no cuenta con la infraestructura necesaria para soportar la venida de un huracán y la comparamos con otra ciudad que en cambio, desde antes de que el huracán llegué, su infraestructura es resistente, a pesar de que el huracán tenga la misma intensidad, los daños ocasionados en la primera ciudad serán mayores que en la segunda ciudad, por lo que al gobierno le costará más recursos económicos reparar la primera que la segunda y las pérdidas materiales serán más grandes.
Pero no tan sólo en las pérdidas de las casas, de los muebles y de los demás bienes que poseen las personas se ven afectadas las economías, sino que también en la pérdida de recursos como lo son la madera, el petróleo, las hortalizas destruidas, los animales muertos, las industrias destruidas, y de los recursos que se ve forzado el Estado a aportar para que vialidades y servicios, entre otros, lleguen a ser como lo eran antes.
Además durante el tiempo en que se tarda la sociedad en reconstruirse por completo, no se generan los mismos recursos que se generaban y en el caso de las zonas turísticas que se ven afectadas por los desastres naturales, mientras que se reconstruyen, pierden turistas tanto nacionales y extranjeros y gastan en sacar a los que no pudieron salir antes de que el desastre viniera.
Por último concluimos que por las razones mencionadas anteriormente, es importante que se cuente con un fondo de reserva para los desastres naturales, para que se puedan recuperar de manera más rápida todos los países, pero lo más importante es que se controle la contaminación para así evitar el calentamiento global, y con esto, que los desastres naturales sean menos frecuentes.
Otra acción importante a tomar es mejorar la infraestructura de las ciudades, en especial, de las que están más expuestas, para poder así soportar en mayor medida y que la pérdida en los recursos económicos y materiales sea menor cuando se avecine un desastre natural.

DESASTRES NATURALES


En los últimos años hemos sido testigos de diversos huracanes y tsunamis que han devastado varias zonas del planeta, pero estos no son los únicos desastres naturales a los que ha sucumbido la Tierra, sino que son varios que toman lugar en diferentes ambientes y con diferentes consecuencias, en esta parte de nuestro trabajo sólo nos concentraremos en los cuatro más conocidos y comunes, es decir, hablaremos de los tsunamis, de los huracanes, de las inundaciones y de los terremotos.
A. Clases de desastres naturales
En la Tierra ocurren diferentes tipos de desastres naturales, estos desastres son provocados por diversos motivos, y aunque causan pérdidas es un proceso natural como su nombre lo indica, pero a pesar de serlo, el ser humano contamina el planeta y la contaminación a su vez provoca un calentamiento de la Tierra que hace que el planeta se descontrole y por esto los desastres ocurran con mayor frecuencia.
• Tsunamis
Los tsunamis son básicamente grandes olas de origen sísmico, es decir, son generadas por terremotos submarinos. La mayoría de los maremotos que los forman son de 5.5 o más en la escala de Richter; aunque otras causas son las erupciones de huracanes submarinos o grandes glaciares que se deshielan cerca de las costas. La mayor actividad de los tsunamis se encuentra cerca de las islas de Japón y Taiwán y pueden alcanzar velocidades de 800 km/h y alturas de 15 m.
• Huracanes
La palabra huracán es frecuentemente usada para cualquier viento que sople a más de 121 kilómetros por hora. Es un v iento de dimensiones extraordinarias que gira en grandes círculos cuyo diámetro crece a medida que avanza. Los huracanes son causados por vientos que soplan en direcciones opuestas. Aunque la mayoría de las veces llegan a ser altamente destructivos, los huracanes forman parte importante del sistema de circulación atmosférica , que provoca el movimiento de calor de las regiones cercanas al Ecuador hacia mayores latitudes.
• Inundaciones
Las inundaciones son grandes avenidas de agua que cubren amplias extensiones de terrenos, especialmente si están explotados o habitados. Cuando llueve o nieva, parte del agua que cae es retenida por el suelo. Las inundaciones se producen cuando, al no poder absorber el suelo y la vegetación toda esta agua, ésta mana sin que los ríos sean capaces de canalizarla ni los estanques naturales o pantanos artificiales creados por medio de presas puedan detenerla.
• Terremotos
Los terremotos son manifestaciones de la superficie de la tierra mediante vibraciones. Estas vibraciones son causadas por el paso de ondas a través de las placas de la tierra. Se producen estas ondas sísmicas cuando una cierta forma de energía almacenada, tal como tensión elástica, energía química, o energía gravitacional, se liberan repentinamente.
B. Causas de un desastre natural.
Las principales causas que dan origen a los desastres naturales es el cambio en las placas tectónicas y el cambio en el clima, es decir, los cambios mismos de la naturaleza, pero las actividades antinaturales que tiene el hombre en su desarrollo tanto como individuo como sociedad también han traído que el clima cambie pero de una manera descontrolada. Por lo que es de vital importancia hacer un análisis de estas dos para poder ver como estar preparados para el siguiente desastre natural que se aproxime, además de ver que es lo que nosotros podemos hacer para evitar que éste haya sido provocado por la intervención humana.
• Cambio natural de la tierra
El universo está en constante movimiento, y la Tierra no es la excepción, por lo que desde sus orígenes nuestro planeta ha sufrido diversos cambios que han afectado su estructura, su clima y sus habitantes. Entre los agentes de cambio más comunes nos encontramos el movimiento de las placas tectónicas de la Tierra y el incremento o decremento natural de la cantidad de dióxido de carbono.
En relación con el movimiento de las placas tectónicas, lo que éstas causan básicamente es que los continentes y los océanos estén continuamente cambiando de forma y de posición, lo que a su vez afecta al clima ya que dependiendo del acercamiento o alejamiento de los continentes a los polos, la temperatura tiende a ser más elevada o a ser más baja. Otro fenómeno que es consecuencia del movimiento de las placas tectónicas es la separación de los continentes y la creación de nuevas montañas, cañones, islas, montañas submarinas llamadas dorsales, volcanes, etcétera, además de la repentina aparición de terremotos, tsunamis, entre otros.
En cuanto a la cantidad de dióxido de carbono, éste es capaz de retener el calor por lo que juega un papel importante en la regulación de la temperatura global, si este aumenta, la Tierra va a tener un clima más cálido y viceversa. Sin intervención de los seres humanos, nuestro planeta es capaz de regular la cantidad de dióxido que se encuentra en él, y de esta manera poder seguir alojando seres vivos.
• Contaminación, Calentamiento Global y Efecto invernadero
La Tierra por si sola produce grandes cantidades de dióxido de carbono debido principalmente a las erupciones volcánicas, pero también tiene la capacidad de controlarlas, en cambio, gracias al uso de diversos contaminantes, las actividades del ser humano han favorecido al aumento del dióxido de carbono en el ambiente, sobrepasando de esta manera la capacidad de regulación que posee nuestro planeta y por lo tanto ayudando al calentamiento global.
Los principales efectos del calentamiento global son el llamado efecto invernadero, que es la acumulación de gases que atrapan la radiación solar cerca de la superficie terrestre, que esto a su vez provoca un calentamiento de la Tierra y e l deshielo de los casquetes polares, incrementando así la cantidad de agua y provocando que el área de la corteza continental disminuya, un sistema de tormentas más intenso y una distribución diferente en las precipitaciones, que a su vez pueden causar desde sequías hasta inundaciones.
Otro de los efectos que trae el descontrol de los productos contaminantes, es la destrucción de la capa de ozono, ya que esta, al ser destruida permite que los rayos solares entren con mayor facilidad a nuestro planeta y de esta forma incrementar la temperatura y por consecuencia, hacer que la Tierra cambie de clima súbitamente; entre éstos contaminantes destaca el uso de los clorofluorocarbonos o CFC, que se encontraban en los refrigerantes y en algunos aerosoles y que tienen la capacidad de contaminar el aire con cloro y así dañar la capa de ozono
Prueba de que el calentamiento de la Tierra es un factor de vital importancia en la aparición repentina e incremento de los desastres naturales son las opiniones d e diversos científicos, como por ejemplo los de la UNAM pertenecientes al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) de las Naciones Unidas, ya que ellos creen que los desastres naturales vinculados con eventos meteorológicos extremos concuerdan con un aumento generalizado de la temperatura de la Tierra, además de que esto ya lo habían predicho los científicos desde hace cuatro años. “Los 15 huracanes y tormentas tropicales registrados desde junio en el océano Atlántico y el mar Caribe y los dos tifones ocurridos en el mismo periodo en Japón y Taiwán respaldan las previsiones hechas en 2001 por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), de la Organización de Naciones Unidas (ONU), según el cual la intensidad y frecuencia de estos fenómenos aumentará en las primeras tres décadas de este siglo.” (http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/version_imprimir?id_nota=44725&tabla=cultura) Lo que esto también nos demuestra es que la contaminación provocada por el hombre, que al mismo tiempo provoca el calentamiento global y el efecto invernadero, puede provocar desastres naturales. Un ejemplo de cómo afecta la intervención humana en la naturaleza es el reciente paso del huracán “Stan” por el sureste mexicano, ya que los investigadores de la UNAM creen que se pudo haber evitado tanta devastación; “Entre el 50 y 60 por ciento del agua que inundó los estados de Chiapas, Oaxaca y Veracruz por el paso del huracán “Stan” hubiera sido absorbida por los bosques y selvas de la región, si éstos no estuvieran desapareciendo por la deforestación” (López,1). Es de esta forma, en la que podemos observar que las consecuencias de la contaminación no serán dentro de algunos milenios, sino se están dando ahora, en el presente y necesitamos hacer algo para evitarlo.
En conclusión, la Tierra posee un ambiente regulado, el aumento en la cantidad de dióxido de carbono no provoca grandes cambios en el clima de la Tierra en un periodo corto de tiempo, pero debido a la intervención humana, la cantidad de dióxido de carbono ha aumentado considerablemente, provocando así diversos desastres naturales.
En cuanto, al efecto invernadero, éste es algo natural, pero se convierte en amenaza cuando las actividades humanas ayudan al incremento del CO 2 y al decremento de la capa de ozono. Por otro lado, no hemos llegado a ningún acuerdo efectivo para frenar este efecto y sino lo hacemos seguirán los cambios climáticos que provocaran desastres naturales como tsunamis, huracanes, terremotos, etc. y con ellos muchas más pérdidas tanto humanas como económicas.

¿Cómo Prevenir los Desastres?

Las relaciones arriba mencionadas explican cómo se debe entender, explicar, y estudiar los desastres. Sin embargo, la investigación académica de desastres es algo árida, no basta en sí misma. La investigación tiene que ser activa, con el objeto de prevenir y evitar la ocurrencia de desastres naturales.
Las estadísticas muestran que la ocurrencia de desastres naturales en países en vías de desarrollo ha aumentado significativamente en los últimos cincuenta años. Dado que el peligro permanece más o menos constante, la explicación tiene que encontrarse en el hecho de que las condiciones de vulnerabilidad de la población y sus asentamientos están empeorando aceleradamente.
Las posibilidades de controlar la naturaleza son remotas (salvo en el campo de la predicción de desastres). Por lo tanto, la única manera de poder reducir las posibilidades de ocurrencia de desastres es actuar sobre la vulnerabilidad. Sin embargo, no es suficiente actuar solamente sobre los rasgos exteriores físicos de la vulnerabilidad en un momento dado. Si no actuamos sobre las causas de la vulnerabilidad, nuestros esfuerzos tendrán un éxito muy limitado.
Para poder actuar sobre la vulnerabilidad es preciso entender que la mayor parte del proceso de urbanización y construcción en nuestro país se da a través de las acciones que realiza la gente misma al margen de cualquier norma oficial; a la vez, una proporción creciente de las actividades productivas y económicas se realiza en el llamado "sector informal". Por consiguiente, la clave para reducir la vulnerabilidad no está tanto en acciones a nivel de gobierno o de instituciones profesionales o del sector formal sino más bien a nivel de la población misma y sus organizaciones. Dado que la vulnerabilidad se produce a este nivel su mitigación también tiene que realizarse por parte de la gente misma.
Aquí vemos la vincuación imprescindible entre la investigación y la acción. Los desastres tienen que estudiarse junto con la población misma y desde su punto de vista, a la vez que la población tiene que actuar y presionar para mitigar la vulnerabilidad y reducir la ocurrencia de desastres.
El estudio de desastres entonces tiene la finalidad de concientizar a la población sobre su situación de vulnerabilidad y otorgarle los conocimientos necesarios para poder alcanzar condiciones de seguridad.
El estudio, entonces, tiene que estar unido a un programa permanente de promoción, capacitación y asistencia. El derecho a un hábitat seguro tiene que ser incorporado como una reivindicación más de parte de los sectores populares.

LA ETICA HUMANITARIA EN DESASTRES Y GUERRAS


La ética humanitaria consiste en salvar vidas de los más necesitados y al mismo tiempo en respetar la dignidad de cada persona destrozada por conflictos armados, hambrunas, enfermedades o desastres naturales, explicó el informe. En el momento de ser aplicada, la ética humanitaria se rige por dos principios, el de neutralidad y el de independencia. Estos principios constituyen la base de un código de conducta para la ayuda humanitaria al que han adherido más de 200 organizaciones de todo el mundo. Los colaboradores buscan tener acceso a todos los necesitados, lo que no quita que tengan que encarar retos de gran peso moral. Sin embargo, la Federación de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja observó que el cumplimiento de esos principios ha sido desigual.
Por ejemplo, la asistencia humanitaria tiende a favorecer los desastres de gran notoriedad pública en detrimiento de la crisis que alcanzan un elevado perfil, admitió Jonathan Walter, editor del informe. "En la federación creemos que en la guerra contra el terrorismo se está exagerando esa tendencia", subrayó. Los mayores volúmenes de ayuda se dirigen hacia los países que son "blanco de la guerra contra el terror", pero la asistencia humanitaria no tiende la misma mano a todos aquellos que sufren las consecuencias de conflictos armados, enfermedades o desastres, expusó la organización.

ESTADISTICAS Y TENDENCIAS DE LOS DESASTRES


El año pasado hubo más desastres que en cualquier otro año del decenio anterior. Afortunadamente, los desastres de 2002 fueron menos mortíferos, cobraron 24.500 vidas cuando el promedio anual del decenio es de 62.000. Sin embargo, tuvieron consecuencias mucho más graves. La enorme cantidad de damnificados, 608 millones, equivale al triple del promedio anual del decenio 1992-2001. Tan sólo en la India, la sequía afectó a 300 millones de personas en 2002. Estas cifras no incluyen datos sobre los afectados por la guerra y la hambruna o las enfermedades provocadas por conflictos armados ya que, aunque resulte increíble, no existen datos mundiales sobre estas emergencias más complejas.
Los desastres siguen afectando principalmente a los países más pobres y menos adelantados. Del total de muertos en 2002, sólo el 6% vivía en países de alto desarrollo humano (ADH). Paralelamente, los países de bajo desarrollo humano (BDH) registraron el menor número de desastres del decenio, pero la cantidad de muertos es mucho mayor. En cuanto al número de muertos en desastres, el promedio es de 555 en los países de BDH, 133 en los de desarrollo humano medio (DHM), y 18 en los de ADH.
El número de muertos en desastres sigue siendo bajo en los países muy desarrollados, pero los costos finanancieros son altísimos. En 2002, el monto global de los daños causados en desastres ascendió a 27.000 millones de dólares; más de dos tercios de esa suma pertenece a países de ADH, mientras que los países de BDH representan tan sólo el 0,15% de dicha suma. El motivo principal de esta diferencia reside en el alto valor financiero de la infraestructura de los países desarrollados. En lo que se refiere a la infraestructura en los países BDH, las ingentes pérdidas financieras, saltan a la vista cuando el elemento de comparación es el producto bruto interno (PBI) en lugar del monto en dólares.
Los desastres relacionados con el clima siguen en aumento: el promedio anual pasó de 200, en el quinquenio 1993-1997, a 331, en el quinquenio 1998-2003. En todo el decenio, la hambruna fue el desastre más mortífero ya que 275 mil personas, como mínimo, murieron de inanición y, muy probablemente, esta cifra esta lejos de la realidad. Ahora bien, el número de damnificados por inundaciones supera la suma de los demás desastres naturales y tecnológicos, pues la media anual se cifra en 140 millones.
En el decenio de 1993-2002, el total mundial de muertos en desastres naturales y tecnológicos acusa una disminución del 38% respecto al decenio 1983-1992, pero el total de damnificados en ese mismo período registra un aumento del 54%.

MEDICION DE DESASTRES: RETOS, POSIBILIDADES Y ETICA

La ayuda humanitaria tiende a seguir la ola de los conflictos armados más notorios. Las crisis sobre las que se informa poco o cuya importancia es menor desde el punto de vista estratégico captan menos ayuda. Faltan datos exactos y fidedignos sobre los desastres en general, y las guerras y las hambrunas en particular. Sin ellos, miles de víctimas mueren antes de que las organizaciones hayan registrado siquiera sus necesidades. Los datos inexactos pueden dar lugar a decisiones erróneas que, a su vez, pueden costar vidas o contribuir al despilfarro de recursos valiosos. Además, sin información exacta sobre las necesidades mundiales, nadie puede juzgar si el gasto humanitario es realmente imparcial.
La clave para recolectar buenos datos reside en tener acceso a los necesitados, pero, a menudo, llegar a las zonas de guerra y a las zonas siniestradas resulta muy difícil o peligroso. Por otra parte, los desplazamientos de población imprevistos dificultan aún más la obtención de datos exactos. La mayoría de las víctimas mueren fuera de las zonas de socorro y es imposible conocer el número exacto, incluso en los campamentos de refugiados.
Las emergencias complejas plantean problemas particulares tales como definir a quien se considera damnificado y por qué motivo. Recolectar y utilizar datos sobre desastres también plantea importantes retos éticos. Inmediatamente después de un desastre, cuando las necesidades de orden humanitario son urgentes, ¿se debería gastar un tiempo precioso y valiosos recursos en recolectar datos, o en salvar vidas? Algunos afirman que es inmoral postergar intervenciones que permiten salvar vidas hasta que no se hayan recolectado datos. Otros, estiman que la ayuda debería basarse en evaluaciones objetivas de las necesidades.
Otro reto importante, que subraya el informe es evitar que los datos sean manipulados disimuladamente con fines políticos, militares o comerciales. Esto último podría lograrse estableciendo un código internacional de ética sobre la recolección y utilización de datos que estipulara normas detalladas, directrices y herramientas, basándose en el proyecto Esfera. Recabar información de alta calidad es el sistema nervioso del quehacer humanitario. Sin él, cualquier acción que se rija por principios quedará paralizada tanto ahora como en el futuro.

LOS NUEVOS PROBLEMAS DE RIESGO


Los nuevos problemas de Riesgo, debido a las consecuencias inciertas de la civilización tecnológica, y el Cambio Ambiental Global han transformado el contexto social e intelectual del trabajo científico, especialmente en la ciencia occidental. Han conducido, sobre todo desde la década del ´70, a una continua y todavía no acabada discusión acerca de su significado, propuestas y estrategias de solución, tanto a nivel local y nacional como en el plano global, en todos las disciplinas, teorías, perspectivas, visiones, que tratan acerca del ambiente. Hoy, la definición de un nuevo “paradigma civilizatorio” fuerza a encontrar bases sólidas para la acción, convirtiéndose así en uno de los inmensos desafíos frente al siglo XXI; desafío que conlleva la discusión sobre la representación social de la conflictiva relación sociedad-naturaleza, y, más profundo aún, la re-examinación filosófica, ideológica y política, del viejo problema de la naturaleza del hombre.
La Ética, entendida como la disciplina filosófica que reflexiona críticamente sobre las cuestiones morales de los hombres, resulta ser un campo problemático muy complejo por sus particulares formas de relación con todo aquello que tiene que ver con la acción humana, sus motivaciones, su sentido, sus normas y sus valores, es decir, con el qué, cuándo, a quién y cómo hay que hacer algo. Admitiendo el vínculo existente entre la problemática ambiental global y las cuestiones de equidad entre los pueblos, se asiste hoy a una “compulsión” a aplicar la ética a nuevas (y no tan nuevas) cuestiones, y especialmente frente a los tres problemas dominantes que la ciencia debe afrontar hoy: · la crítica a la posibilidad de existencia de una verdad objetiva, universal y necesaria, en favor de la existencia de múltiples interpretaciones; · la crítica del totalitarismo en sentido amplio, a favor de los necesarios consensos democráticos; y · la crítica a un concepto universal de bien que aplasta la pluralidad de opiniones, en favor de ciertos criterios éticos de convivencia pacífica.
Se plantean como los principales desafíos para la ética contemporánea, el intentar responder, entre otras, a las siguientes preguntas: ¿se puede ser racional en ética, es decir, se puede confiar en contar con razones para actuar?; ¿es posible establecer algún tipo de universalismo o sólo se puede relativizar la fundamentación racional en el marco de las diversas tradiciones morales?; ¿en los tiempos actuales de sociedades abiertas, plurales y globales, tiene sentido hablar de tradiciones morales particulares?; ¿cuál es el límite entre la tolerancia y el respeto a las diferencias culturales y la indiferencia?
Si ya no existe una “verdad” que sea universalmente válida, si no existe un criterio “objetivo”, se produce un vacío dejado por la desaparición de las supuestas verdades universales que valían para todos, más allá de sus valores y costumbres.(1) A decir de CULLEN, “nunca se ha hablado tanto de ética y de moral y nunca, quizás, hemos estado los hombres tan desorientados para poder definir y sostener la moralidad de nuestras acciones” y sin embargo, “en estos tiempos crepusculares de los “Post” parecería que nos urge construir una aurora, alguna aurora posible, porque Dios ha muerto, las certidumbres nos abandonaron, los espejos están trizados, las huellas borradas, los muros caídos, las representaciones agotadas, los vínculos sociales convertidos en valores de cambio, la sociedad globalizada, el individuo clonado, lo público en retirada, lo privado massmediado”(2)
Este vacío debería entonces ser ocupado por una ética nueva, de la convivencia, del respeto del otro, del diferente. Así, el giro o cambio de rumbo ético contemporáneo, tanto en el pensamiento como en las prácticas sociales producido por la decadencia de las escuelas modernas hegemónicas, la crítica a los “grandes relatos” de la modernidad, el advenimiento de conflictos no previstos como el cambio ambiental o el avance de la biotecnología, lleva consigo la reexaminación o renovación sustantiva de los fundamentos para la acción humana.
Sea desde la ética de la diferencia, la ética ironista, la ética de la comunidad, de la comunicación, del no-mal, o desde la ética de la verdad, de la singularidad y de la amistad,(3) la reflexión pretende responder a una sociedad pluralista y global que necesita del esclarecimiento de los conflictos emergentes y la generación de normas y de valores que posibiliten y optimicen la convivencia por y para todos (4) ; pero donde la filosofía moral se encuentra desarmada frente al relativismo cultural que señala que no hay manera de poner de acuerdo a todos los seres humanos acerca de lo que es bueno o virtuoso pues no existe un bien universal y necesario: “La ética como disciplina racional autónoma parece desdibujada entre los escepticismos y los fundamentalismos. La búsqueda de la felicidad y el bien de los hombres parece diluirse entre los universalismos y los particularismos.”(5)
En este marco de cuestionamientos sin certezas, se asiste también a la reflexión sobre las normas, valores, motivaciones, sentido, de la acción del hombre con el mundo natural que lo rodea y del que es parte, al plantearse la pregunta de si la humanidad no tendrá el deber urgente de modificar su manera de comportarse con el mundo natural. Frente a los grandes y graves problemas ambientales, “se alzan voces que se preguntan si la reflexión moral no tiene como tarea urgente el reconstruir la ética, no ateniéndose a preocupaciones y problemas que conciernen al aquí y ahora de la vida personal y social sino interesándose por los nuevos problemas derivados de la crisis medioambiental y que por su amplitud espacial y temporal afectan al destino de la humanidad entera. /.../ A partir de la idea de que el hombre no es un sujeto contrapuesto al mundo, que domina y transforma, sino un ser viviente que se realiza formando parte y en interdependencia con ese mundo, abundan las críticas a la ética tradicional”(6) y sobre todo a la civilización contemporánea que se configura a partir de tres elementos básicos: 1-ciencia, 2-técnica, 3-economía industrial.
Entre las nuevas, y a la vez viejas preguntas que surgen frente al desafío de fundamentar las normas que regulen con valor de imperativo moral la conducta de los hombres con la naturaleza, pueden mencionarse las siguientes: ¿es la naturaleza, en cuanto hábitat del hombre, materia moral?; ¿son útiles los sistemas tradicionales de ética (ampliando su campo de reflexión) o se necesita un nuevo paradigma moral (cambiando el campo de reflexión)?; ¿existen obligaciones y deberes a los que los hombres tengan que adecuar sus conductas cuando se relacionan con la naturaleza?; si es así ¿cuáles son las leyes que se imponen y cuál el legislador que las sanciona?
Pero, ¿cómo abandonar la contraposición hombre-naturaleza en una estrategia de conciliación? , es decir, ¿cómo aceptar por un lado que el hombre no puede realizarse a sí mismo al margen de la comunidad biótica integrada por plantas, animales y espacios naturales, y por el otro, que el fenómeno de moralidad requiere como condiciones la posibilidad de la razón, la libertad, el lenguaje con un sujeto capacitado por ello a convertir la naturaleza en cultura, es decir en ética, estética, política y religión?
Son estos problemas globales actuales con el advenimiento de conflictos no previstos y de nuevas prácticas sociales, los que, según analiza BONILLA (7), conducen a la emergencia y a la necesidad de un “cambio de rumbo” en el pensamiento y las prácticas, giro que conduciría a la necesaria re-examinación de las cuestiones relacionadas con la acción humana. Afirma la autora que “sin dudas, la emergencia de muchos conflictos que cuestionan la moral en la vida de las comunidades pluralistas contemporáneas y en la de los individuos (que se auto-reconocen como personas responsables con derechos y deberes) atrae crecientemente la atención” (8), produciéndose así una renovación sustantiva en el campo de la ética.
Se trata entonces de recuperar el viejo lugar para la reflexión filosófica acerca de la acción, donde la ética aplicada no significaría la mera aplicación de teorías, principios generales, normas o valores a situaciones particulares, sino que, por el contrario, permitiría generar nuevas teorías para la elucidación crítica de las raices, la esencia y el poder de la práctica.
Este trabajo da cuenta algunas de las reflexiones surgidas en el marco del Seminario “Ética ambiental” de la Licenciatura en Información Ambiental, que se dicta desde el año 1999 en la UNLu. Desde el Seminario se pretende reflexionar y discutir acerca de las bases teóricas que conducen a construir los conceptos fundacionales de la problemática ambiental y su vinculación con la ética, introduciendo a la lectura y análisis crítico de los autores representativos de las corrientes vigentes, que oscilan entre el optimismo triunfalista de la humanidad sobre la naturaleza y el pesimismo no sólo sobre nuestro poder de escapar a los límites impuestos por la naturaleza sino de nuestro ser autónomo de ella. (9) Se presta especial atención a la propuesta de HANS JONAS en su libro “El principio de Responsabilidad” (10), de construir una nueva ética orientada al futuro basada en la responsabilidad del hombre para con la humanidad presente, con las generaciones futuras y con la naturaleza frente a las incertidumbres producidas por el avance tecnológico.

miércoles, 21 de mayo de 2008


CONSTRUCCION DE CAPACIDAD

En las horas y los días subsiguientes a un desastre las comunidades locales emprenden por sí mismas las tareas de búsqueda y rescate, evaluación de los daños, recolección de cadáveres y distribución de suministros de socorro, antes de que llegue la ayuda internacional. En lo que respecta a desastres de gestación lenta como la hambruna, que no captan inmediatamente la atención de donantes y medios de comunicación, las organizaciones locales suelen ser las primeras en dar la alerta y, además, siguen bregando por reducir futuros riesgos una vez que las organizaciones internacionales han partido. Por otra parte, la gente del lugar sabe más que las organizaciones extranjeras sobre las necesidades y las capacidades. Si existe una función que dichas organizaciones deberían cumplir cuando intervienen, ésta es mejorar la capacidad de esa gente para que asuma el control de las decisiones que inciden en su vida.

La construcción de capacidad no se limita a transferir conocimientos. En muchos casos, los recursos que aportan las organizaciones internacionales se esfuman una vez terminado el proyecto en cuestión. La formación en previsión de desastres sólo da resultado cuando los damnificados tienen acceso a los materiales y medios necesarios. Esta construcción no se debe limitar sólo a determinadas actividades, también hay que tener en cuenta el impacto global de las intervenciones de ayuda. La presencia de organizaciones extranjeras puede disuadir a los locales de usar sus propios recursos en la recuperación, porque saben que los organismos internacionales van a hacer su trabajo si ellos no lo hacen.



LA ETICA HUMANITARIA

Consiste en salvar vidas de los más necesitados y al mismo tiempo en respetar la dignidad de cada persona destrozada por conflictos armados, hambrunas, enfermedades o desastres naturales, explicó el informe. En el momento de ser aplicada, la ética humanitaria se rige por dos principios, el de neutralidad y el de independencia. Estos principios constituyen la base de un código de conducta para la ayuda humanitaria al que han adherido más de 200 organizaciones de todo el mundo. Los colaboradores buscan tener acceso a todos los necesitados, lo que no quita que tengan que encarar retos de gran peso moral. Sin embargo, la Federación de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja observó que el cumplimiento de esos principios ha sido desigual.

Por ejemplo, la asistencia humanitaria tiende a favorecer los desastres de gran notoriedad pública en detrimiento de la crisis que alcanzan un elevado perfil, admitió Jonathan Walter, editor del informe. "En la federación creemos que en la guerra contra el terrorismo se está exagerando esa tendencia", subrayó. Los mayores volúmenes de ayuda se dirigen hacia los países que son "blanco de la guerra contra el terror", pero la asistencia humanitaria no tiende la misma mano a todos aquellos que sufren las consecuencias de conflictos armados, enfermedades o desastres, expusó la organización.

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